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  • Foto del escritorFernando Hernández Q.

¿Qué está pasando en China?


Vimos como en Octubre de 2021, la segunda más grande inmobiliaria China (EVERGRANDE), con deudas que superaban los US$300.000 millones de dólares, entraba en crisis colocando tanto a acreedores como a clientes en situación muy compleja. Sin embargo, esto permitió también, empezar a detectar en forma paralela, como esa crisis se extendía al sector bancario.


China posee un sector financiero muy grande, que en 2020 superaba los US$50 billones de dólares en activos, y en el cual participan bancos muy grandes como el Banco de Comerciantes de China, el Ping An Bank, entre otros, que también son considerados grandes a nivel mundial. De igual manera posee muchos bancos de mediano y pequeño tamaño, principalmente concentrados en las muy amplias regiones del país. Instituciones que ofrecen todas las servicios bancarios tradicionales conocidos en occidente.


La banca china posee una historia legendaria desde el siglo XVII, en donde empresas como Piaohao (bancos Shanxi) y Qianzhuang, iniciaron con servicios de giro de dineros en todo el amplio territorio del país, para posteriormente ofrecer servicios financieros más amplios.


En el siglo XIX, llego la banca extranjera con el ingreso al país de bancos Británicos y de otras nacionalidades, apoyando la operatividad de empresas que llegaban a china. Posteriormente y ante la necesidad de financiar grandes obras, se crearon los bancos estatales, hoy conocidos como los Big Four: Bank of China, Industrial and Comercial Bank of China (ICBC), China Construction Bank, y el Agricultural Bank of China. Los bancos privados pertenecientes a empresarios y sin financiación estatal, aparecieron a principio de los años 1900, siendo el primero, el Banco Xincheng (1906), seguido por Banco Comercial Nacional (1907), y luego el Banco Ningpo de Comercio y Ahorro (1908).


La época dorada de la modernización y crecimiento de la banca china se presentó alrededor del año 1937. Posterior a los años 50, el sistema financiero chino ha pasado simultáneamente con la banca mundial, diferentes crisis que con la intervención del estado, han sido superadas. Sin embargo, en la actualidad se están presentando inconvenientes que presagian nuevas intervenciones, dado que se mezclan una crisis financiera y una inmobiliaria que podría incluso afectar la permanencia del actual gobierno.


El sector bancario rural de China ha sido duramente golpeado ante los intentos de Pekín por frenar la burbuja inmobiliaria y una deuda creciente, en una crisis financiera que afecta a la segunda economía del mundo. De hecho, cuatro bancos en la provincia china de Henan, que atrajeron a gente de todo el país con altos intereses, invirtieron el dinero a alto riesgo con resultados negativos. Depósitos por un valor cercano a los US$6.000 millones de dólares se perdieron, congelando los retiros de efectivo a mediados de abril. Los reguladores examinaron una supuesta mala gestión, dejando miles de millones de yuanes en ahorros bloqueados, provocando manifestaciones, y llevando a la policía a arremeter contra estas, dada la prohibición por ley, de las protestas públicas. Los bancos y el regulador de la provincia, han prometido devolver los ahorros a los clientes, pero esto solo se ha cumplido en una pequeña proporción.


La crisis financiera tiene orígenes tanto internos como externos. Dado que en China tanto el sector inmobiliario como el bancario, no estaban muy regulados y esto se prestó para que se presentaran abusos, manipulaciones, créditos mal otorgados, etc. El gobierno central trato de regular más estos mercados, pero la crisis de ambos sectores se unió, por lo cual deberá responder por los múltiples ahorros que se perdieron. Las 400.000 personas estafadas en la provincia de Henan, recibirán US$7.400 dólares cada uno, pero esos US$3.000 millones de dólares, tan solo llegan a la mitad del problema y seguramente no dejara tranquilos a los acreedores.


Por otro lado, recordemos que el gobierno central, lanzo a nivel mundial en el 2013, la iniciativa conocida como “La Nueva Ruta De La Seda”, invirtiendo US$840.000 millones de dólares vía créditos a diferentes países, para la construcción de puertos, carreteras, plantas de energía, represas, etc. en diversas partes del mundo, iniciativa considerada por el mismo líder Chino, Xi Jinping, como el proyecto del siglo, dado que la iniciativa de carácter político, era crear unos rutas globales comerciales, por las cuales los productos de china al mundo iban y los del mundo a china venían, favoreciendo la economía china, pero también logrando una gran influencia global. Sin embargo la situación económica mundial, está haciendo que varios de esos países planteen moratorias en los pagos, dado que sus economías no pueden cumplir. En Asia, África y Sur América, las economías han sufrido el impacto del Covid-19, y la siguiente inflación mundial de costos, por lo cual sus economías están siendo incapaces de cumplir con los pagos. Se calcula que US$118.000 millones de dólares (16% del monto total prestado por china), están en mora de pagos. China en varios casos ha otorgado prestamos adicionales, para solucionar el problema, pero esta agravando más la situación.


El actual mandatario chino, Xi Jinping, llego al poder en 2013, y como muchos dignatarios del planeta, prometió combatir la corrupción. Según la opinión pública, después de 10 años, tanto la corrupción como los malos manejos económicos siguen estando al frente de las noticias. Adicionalmente el país sufre el impacto de la estrategia de “Cero COVID”, la cual atrasa las cadenas de suministros y cierran áreas industriales, causando problemas económicos. Esto ha llevado a que los índices de la economía se deterioren.


Todos estas crisis juntas, ha llevado a que la población proteste, como no se había visto desde las famosas protestas de 1989. Difícil momento para China, que a su vez, a nivel externo, rivaliza fuertemente con los Estados Unidos por la supremacía mundial.


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